Mons. Reinaldo Nann

domingo, 5 de julio de 2015

Cómo dominar las preocupaciones que nos atenazan... y una oración

Preocupación, soledad, desánimo, depresión...
Buscar una solución y actuar, no agitarse por naderías, alegrarse de lo que se tiene, hacer el bien a pesar de las críticas y, confiar en Dios.

1.- Si nuestra preocupación es por algo presente, es útil analizar cuidadosamente el problema, luego buscar lo que se puede hacer para solucionarlo, y finalmente decidirse por alguna de las alternativas que aparecen.

2.- No hacer grande lo pequeño. No agitarse por naderías. Válgase de aquel dicho popular: “Más se perdió en el diluvio”.

3.- Alegrarnos de lo que tenemos y no prestar atención fija en lo que no tenemos y que quizá ni falta nos hace. Muchas de nuestras exigencias no nos hacen felices, sólo crean servidumbres y preocupaciones.

4.- No hagamos caso de críticas, calumnias o burlas. Hagamos el bien y dejemos que critiquen. Es frecuente que se critique a personas que valen y precisamente porque por algo se están destacando. También a Cristo lo criticaron y, además, lo traicionó un amigo. Que las críticas nos ayuden a perfeccionarnos.

5.- El encomendarse a Dios y confiar en su poder y en su amor a nosotros, disipa muchas preocupaciones. La oración confiada, es uno de los mejores medios, para tranquilizarse en los problemas y para resolverlos mejor. Cristo sufrió en el huerto de los olivos y le dió fortaleza.

Te invitamos a que, en tus momentos de preocupación, te dirijas a Dios orando con el Salmo 33:


“Bendeciré en todo tiempo a Dios,
sin cesar en mi boca su alabanza;
Ensalzad conmigo a Dios,
exaltemos juntos su nombre.

Consulté a Dios y me respondió:
me libró de todos mis temores.

Si grita el pobre, Dios lo escucha,
y lo salva de todas sus angustias.

El ángel de Dios pone su tienda
en torno a sus adeptos y los libra.

Gustad y ved lo bueno que es Dios,
dichoso el hombre que se acoge a él.

Respetad a Dios, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta.

Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Dios de ningún bien carecen.

Huye del mal y obra el bien,
busca la paz y anda tras ella.

Los ojos de Dios sobre los justos,
sus oídos escuchan sus gritos.

Cuando gritan, Dios los oye
y los libra de sus angustias;
Dios está cerca de los desanimados,
él salva a los espíritus hundidos.

Muchas son las desgracias del justo,
pero de todas le libra Dios”.

(Salmo 33)".


Fuente: Artículo del obispo Rogelio Sánchez, entresacado de su libro: "Relaciones humanas".

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