Mons. Reinaldo Nann

sábado, 27 de junio de 2015

El misterio de la "impotencia" divina


Hoy, con Jesucristo, nos admiramos ante las palabras del centurión. Nos conmueve la preocupación de este jefe por un subalterno. Y nos convence el sentido común con que capta el poder divino. En el "Credo" confesamos que Dios es Padre todopoderoso. Pero, ¿cómo conciliar su poder infinito con la presencia del mal? Es el misterio de la aparente impotencia divina.

Dios no es un "policía del cosmos", que interviene para poner orden —según nuestros esquemas— en todos los rincones del universo. Él es Padre y su gobierno es providencial. A veces, nos puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Sin embargo, Dios Padre ha revelado su omnipotencia de la manera más misteriosa en el anonadamiento voluntario y en la Resurrección de su Hijo.

—Señor, eres tan grande que en Jesús te has hecho pequeño. Y, desde la Cruz, nos enseñas a transformar el mal en un gesto de amor. Tu "debilidad" es más fuerte que la fuerza de los hombres.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

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