Mons. Reinaldo Nann

martes, 30 de junio de 2015

Dios Creador


Hoy, la tempestad ruge furiosa. Los discípulos, expertos navegantes, tienen miedo. Jesús, en cambio, duerme. Se levanta, increpa al mar y sobreviene la bonanza. Sorprende la fuerza de la Palabra que domina la creación. La Palabra que calma la tempestad era el eco de la Palabra creadora de Dios: “¡Hágase!”.

La creación es obra de amor: Dios Padre creó de la nada por la Palabra, que es su Hijo, mientras el Espíritu fecundaba las aguas. Creó para comunicar “afuera” su Amor. La creación es el inicio de la salvación. Tiene tres etapas: la del Padre va desde la Creación hasta el Mesías; la del Hijo, desde su encarnación hasta su glorificación; la del Espíritu Santo, desde Pentecostés al fin del mundo.

—Dios, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, os damos gracias por habernos creado, redimido y santificado, haciendo brillar en nosotros —vuestras criaturas— la fuerza fecunda de vuestro Amor.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España).

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