Mons. Reinaldo Nann

domingo, 31 de mayo de 2015

La Santísima Trinidad no es una "soledad infinita", sino un "acontecimiento de Amor"

Hoy, alabamos a Dios no sólo por las maravillas realizadas por Él, sino por la belleza y la bondad de su Ser. Contemplamos la realidad más profunda de su "Corazón": la Unidad en la Trinidad de Personas Divinas; suma y profunda comunión de amor y de vida.

Dios es Uno en cuanto que es todo y sólo Amor. En consecuencia, Dios es apertura, acogida, diálogo... El Dios misterioso no es una soledad infinita; es un acontecimiento de amor. En Él existe un "Yo" y un "Tú": el Hijo que habla con el Padre, y ambos son Uno con el Espíritu, el cual es la "atmósfera" del dar y del amar que hace de Ellos un único Dios.

—En tu "apertura", Dios Trinidad, te has entregado "a" y "por" los hombres: el Padre, que pone a nuestra disposición lo que más ama; el Hijo que se despoja de su gloria para entregarse a nosotros; y el Espíritu, que sale del sereno abrazo divino para inundar los desiertos de la humanidad. 

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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