Mons. Reinaldo Nann

lunes, 18 de mayo de 2015

Jesucristo, plenitud de la Revelación


Hoy los discípulos dicen que Jesús habla claro, que entienden su revelación; creen llegada su “hora”. Pero no entienden que revela un Reino espiritual, no político como ellos sueñan. Jesús les disuade: su fe se aguanta con pinzas. Les profetiza que le abandonarán y le dejaran solo con el Padre.

Dios se reveló a su pueblo por los profetas y les prometió que su Hijo coronaría esta revelación. Los patriarcas mantuvieron esta esperanza. Dios envió al Hijo, su Palabra, para que la revelación llegara a su plenitud. Ya no podemos esperar más revelaciones. Las “privadas” no añaden nada a la revelación básica terminada en Jesús y confirmada por su Espíritu.

—Padre, te damos gracias porque tu Hijo nos revela el misterio de tu divinidad y tu Espíritu nos lo confirma en Pentecostés. Haz que incorporemos tu Vida Trinitaria en nuestras vidas. Amén.

Comentario: Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM (Barcelona, España).

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