Mons. Reinaldo Nann

sábado, 2 de mayo de 2015

En camino el proceso de Beatificacion de Mons. Octavio Ortiz [Diócesis de Chachapoyas]

El Obispo de Chachapoyas, Monseñor Emiliano Martínez, informó que el pasado mes de febrero se reunió en Roma el Congreso peculiar de Consultores Teólogos para examinar la positio de la causa de canonización de Monseñor Octavio Ortiz Arrieta, quien rigió los destinos de la Diócesis de Chachapoyas durante los años 1921 a 1958.

El referido congreso dio parecer favorable a la fama de santidad y al ejercicio de las virtudes cristianas de este obispo salesiano peruano. Dentro de este mismo año está prevista la reunión del Congreso de Cardenales y Obispos para examinar esta misma causa a la vista del parecer de los teólogos.


De recibir también parecer favorable, la causa quedaría en manos del Santo Padre para la declaración de Venerable”. Es importante dar a conocer la figura de este virtuoso prelado y encomendarse a su intercesión, pues siempre será necesario el respaldo de lo Alto con el milagro exigido para la declaración de beato.

Esta información fue proporcionada por don Pierluigi Cameroni, Postulador de la Causa.

La positio es un conjunto de documentos utilizados en el proceso por el cual una persona es declarada venerable, en el camino hacia la santidad. Estos documentos, recoge los datos obtenidos por una investigación diocesana sobre las virtudes heroicas de un candidato en una forma adecuada para su presentación a la Congregación para las Causas de los Santos.

Monseñor Octavio Ortiz Arrieta nació en Lima el 19 de abril de 1878. Desde niño tuvo apego a la virtud haciendo surgir muy tempranamente su vocación sacerdotal. Llegó a sus oídos la noticia del nuevo Oratorio Festivo de los padres Salesianos en 1892 y comenzó a frecuentarlo. Fue recién en diciembre de 1893 que fue admitido como interno para seguir la formación sacerdotal salesiana.

En 1902, Ortiz Arrieta recibió la profesión perpetua y para 1906 fue enviado a Piura donde la Congregación abría una nueva obra. Pasó al Cusco en 1916 y para 1920 a la obra del Callao, siempre como director.

En noviembre de 1921 lo sorprendió su nombramiento como Obispo de Chachapoyas, que recién se formalizó en 1922 con la Consagración Episcopal. Una de sus primeras actividades fue ordenar el catecismo en las iglesias, comenzando por dar el ejemplo al preparar a los niños que iban a la primera comunión. Octavio fue un auténtico obispo misionero, siendo las visitas pastorales las de más arduo trajín.

Fundó y sostuvo un periódico, abrió una escuela nocturna para los obreros que carecían de instrucción primaria, inauguró una escuela rural para mujeres, gestó un Colegio Nacional de Mujeres y exigió al Gobierno que cumpliera su promesa de construir una carretera de penetración Cajamarca-Chachapoyas como también la planta eléctrica, el agua y el desagüe para la ciudad. Es decir, un obispo al servicio de su pueblo, preocupado tanto de su salud espiritual como material.

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