Mons. Reinaldo Nann

martes, 12 de mayo de 2015

El "envío" del Espíritu Santo es fruto de la Pasión


Hoy seguimos sumidos en el sermón de la Última Cena, durante el cual Jesucristo mencionó tres veces al Espíritu Santo, el Consolador. Ahora anuncia a los Apóstoles que el fruto de su "marcharse" de este mundo será el envío del Paráclito.

En Dios existe un "Yo" y un "Tú": existe el Hijo que habla con el Padre; y ambos son uno en el Espíritu, que es, por decirlo así, la atmósfera del dar y del amar que hace de ellos un único Dios. A través de Jesús penetra nuestra mirada en la intimidad de Dios: con Él, Dios salió también de su intimidad y vino a nuestro encuentro. Esto se realiza, ante todo, en su vida, pasión, muerte y resurrección; en su palabra. Pero Jesús no se contenta con salir hacia nosotros. ¡Quiere más!: quiere unificación.

—Jesús muere y resucita, y ahora ya no se encuentra en un lugar determinado, sino que su Espíritu es enviado y entra en nuestro corazón, uniéndonos así con Dios Uno y Trino.


Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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