Mons. Reinaldo Nann

jueves, 5 de marzo de 2015

Jesús, crucificado y resucitado, es el auténtico "Lázaro"


Hoy consideramos el final de la "Parábola del rico epulón y el pobre Lázaro". El hombre rico dice a Abraham desde el Hades lo que muchos hombres, entonces como ahora, dicen o les gustaría decir a Dios: si quieres que te creamos, entonces debes ser más claro; mándanos a alguien desde el más allá que nos pueda decir que eso es realmente así.

La petición de pruebas aparece a lo largo de todo el Evangelio. La respuesta de Abraham, así como la de Jesús, es clara: quien no crea en la palabra de la Escritura tampoco creerá a uno que venga del más allá. Las verdades supremas no pueden someterse a la evidencia empírica. Pensemos en la resurrección de Lázaro de Betania: el milagro no conduce a la fe, sino al endurecimiento.

—Jesús —crucificado a las puertas de la ciudad, expuesto a la burla— es el verdadero Lázaro enviado por el Padre: creer en Él y seguirlo es la invitación de esta parábola, que es más que una parábola.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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