Mons. Reinaldo Nann

lunes, 2 de febrero de 2015

La Presentación del Señor en el Templo de Jerusalén


Hoy, cuarenta días después de Navidad, María y José llevan al Niño al Templo para ofrecerlo al Señor. Simeón y Ana, inspirados por Dios, reconocen en Jesús al Mesías tan esperado por Israel y profetizan sobre Él. En este misterio —sencillo y solemne— la Iglesia celebra a Cristo, el Consagrado del Padre, primogénito de la nueva humanidad.

La Sagrada Familia cumple lo que prescribía la Ley: purificación de la madre, ofrenda del primogénito a Dios y su rescate mediante un sacrificio. El "mensajero de la Alianza" entra en su casa y se somete a la Ley; va a Jerusalén para entrar —obedeciendo— en la casa de Dios; viene como nuevo "sumo sacerdote", compasivo y fiel, para expiar los pecados del pueblo. Siendo todavía niño comienza a avanzar por el camino de la obediencia, que recorrerá hasta las últimas consecuencias.

—María escucha que una "espada" de dolor atravesará su alma: su misión no terminaría en la Encarnación, sino que se completaría con su amorosa participación en la muerte del Hijo.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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