Hoy asistimos a una escena espeluznante: el diablo dice
saber quién es Jesús. Más aún: ¡confiesa la santidad de Dios! Cristo le impone
silencio… Y nosotros, ¿sabríamos decir quién es Dios? Moisés le pidió su nombre
y Dios se lo dio: "Yo soy el que soy". El Hijo se encarna y toma un
nombre: "Jesús de Nazaret". Quien no tiene nombre es el diablo: es,
simplemente, "legión".
Dios tiene un nombre y nos llama por nuestro nombre. Es
persona y busca a la persona. Tiene un rostro y busca nuestro rostro. Tiene un
corazón y busca nuestro corazón. Nosotros no somos para Él una función en una
maquinaria cósmica. Nombre equivale a aptitud para ser llamado, equivale a
comunidad. Por eso, Cristo es el verdadero Moisés, la culminación de la
revelación del nombre.
—Jesús, Tú no traes una "nueva palabra" como
nombre: Tú mismo eres el rostro de Dios. Gracias a ti podemos invocar a Dios en
cuanto "tú", en cuanto persona, en cuanto corazón.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de
textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).
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