Mons. Reinaldo Nann

domingo, 23 de noviembre de 2014

El "Juicio final": gracia y justicia


Hoy, la imponente imagen del Juicio final debemos considerarla no como algo terrorífico, sino como motivo de una esperanza que, simultáneamente, apela a nuestra responsabilidad. Dios es justicia y crea justicia: éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Pero en su justicia está también la gracia.

Esto lo descubrimos dirigiendo la mirada hacia Jesucristo crucificado y resucitado. Ambas —justicia y gracia— han de ser vistas en su justa relación. La gracia no excluye la justicia; no convierte la injusticia en derecho. El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como también porque es gracia. Si fuera solamente gracia, haría irrelevante todo lo terrenal y Dios seguiría debiéndonos la respuesta a la pregunta sobre la justicia en nuestra historia. Si fuera pura justicia, sería al final sólo un motivo de temor.

—Tu encarnación, Señor, ha unido juicio y gracia de tal modo que la justicia se establece con firmeza. No obstante, la gracia me permite encaminarme lleno de confianza al encuentro con mi "Juez-Abogado".

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