Mons. Reinaldo Nann

jueves, 11 de septiembre de 2014

El pecado es destrucción de la relación de amor


Hoy descubrimos en el "mandato" de Jesucristo que las "relaciones" con los demás son muy importantes —¡esenciales!— en el hombre. Las Personas Trinitarias —Padre, Hijo y Espíritu Santo— son Relaciones de donación (en grado infinito): Paternidad, Filiación y Amor. El hombre —creado a imagen de Dios Trinidad— también es un "ser relacional", es un "ser para", realiza su vida verdadera sólo como "relación".

Yo solo no soy nada; sólo en el "tú" y "para el tú" soy "yo-mismo". Verdadero hombre significa: estar en la relación del amor, del "por" y del "para" los demás. Y pecado significa estorbar, interrumpir o destruir la relación. Por eso, este fenómeno llamado "pecado" afecta también a los demás y a todo. El pecado es siempre una ofensa que perturba al mundo (no es un fenómeno que sólo y únicamente me afecte a mí).

—Jesús, ¡cuánto me cuesta pensar y vivir pensando en los demás! Concédeme ser siempre "siendo para" Ti y "para mis hermanos".

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