Mons. Reinaldo Nann

lunes, 21 de abril de 2014

‘Primera Piedra’ del Monasterio de Santa Teresita del Niño Jesús [Piura]

En un ambiente de gran alegría y profunda gratitud al Señor, se llevó a cabo la bendición y la colocación de la primera piedra del Monasterio “Santa Teresita del Niño Jesús” de las Madres Carmelitas Descalzas en Piura. Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, Arzobispo de Piura, presidió la liturgia de bendición. Estuvieron presentes la Madre Guadalupe del Niño Jesús, Priora del Monasterio de Piura; Madre María Soledad, Priora del Monasterio de las Nazarenas y Presidenta de la Asociación Virgen del Carmen del Perú que reúne a todos los Monasterios Carmelitas del Perú; Madre Edith de Jesús, Primera Consejera; Madre María de Jesús, Priora del Monasterio “San José” de Cañete y religiosas carmelitas de los Monasterios de Cajamarca y Ayacucho.


Durante la bendición, el Arzobispo recordó y compartió con los presentes las palabras del beato Juan Pablo II, quien decía que “ninguna Iglesia particular podía llegar a su madurez si es que no había en ella vida contemplativa”. Monseñor José Antonio Eguren dijo que en la jurisdicción eclesiástica son muy bendecidos por Dios, pues cuentan con dos comunidades de vida contemplativa: en Sechura se encuentran desde hace varios años las Madres Benedictinas y hace casi 5 años llegaron las Carmelitas a Piura.

El terreno del Monasterio cuenta ya con un muro perimétrico gracias al generoso aporte de instituciones locales y dentro de poco se iniciarán las obras de construcción. Las Madres Carmelitas Descalzas de Piura agradecieron al Señor y a todos los benefactores que vienen cooperando con esta obra de Dios, que redundará en muchos frutos de santidad para nuestra Iglesia particular.


La Orden de las Carmelitas Descalzas fue fundada por Santa Teresa de Jesús el 24 de Agosto de 1562 en Ávila - España. Esta vocación es un don del Espíritu que las invita a una misteriosa unión con Dios, viviendo en amistad con Cristo y en intimidad con la Virgen María. La oración e inmolación se funden vivamente con un amor grande a la Iglesia y por exigencia del carisma teresiano la oración, la consagración y todas sus energías están orientadas hacia la salvación de todos los hombres.

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