Mons. Reinaldo Nann

domingo, 3 de noviembre de 2013

Jesús, nuestro verdadero Tesoro

Hoy «tengo que alojarme en tu casa». Estas palabras son un estímulo eficaz para acoger a Jesús resucitado, camino seguro para encontrar plenitud de vida y felicidad. De hecho, la auténtica realización del hombre y su verdadera alegría no se encuentran en el poder, en el éxito, en el dinero, sino sólo en Dios.

Zaqueo lo tiene todo... Por esto su deseo de ver a Jesús es sorprendente. ¿Qué lo impulsa a tratar de encontrarse con él? Se da cuenta de que todo lo que posee no le basta; siente el deseo de ir más allá. Quiere ver a este Jesús. Pero Zaqueo, aun siendo rico y poderoso, es bajo de estatura. Por eso, corre, sube a un árbol. No le importa hacer el ridículo. Y Jesús llega, alza la mirada hacia él y lo llama por su nombre. Nada es imposible para Dios.

—De este encuentro surge una vida nueva para Zaqueo: ha encontrado el verdadero tesoro, porque el Tesoro —que es Jesús— lo ha encontrado a él.

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