20-10-2013 Radio Vaticana
(RV).- (Escuchar audio) A mediodía el Papa Francisco rezó el ángelus con los miles de fieles
y peregrinos procedentes de numerosos países que se habían dado cita en la
Plaza de San Pedro para escuchar sus palabras y recibir su bendición.
Aludiendo al Evangelio dominical en que Jesús se refiere a
la necesidad de rezar siempre, a través de la parábola de la viuda que logra
justicia a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, el Obispo de Roma explicó
el motivo por el cual Dios, que conoce todas nuestras necesidades, quiere que
le pidamos con insistencia.
Porque “si se apaga la fe, se apaga la oración” –afirmó
el Santo Padre– y nosotros “caminamos en la oscuridad” y “nos perdemos en el
camino de la vida”. Mientras Dios nos escucha siempre, y lucha a nuestro lado
contra el mal que se encuentra dentro y fuera de nosotros.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto completo de la alocución del Papa Francisco antes del rezo a la Madre de Dios:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la
necesidad de rezar siempre, sin cansarse. La protagonista es una viuda que, a
fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que él le haga justicia. Y Jesús
concluye: si la viuda logró convencer a aquel juez, ¿piensan que Dios no nos
escuche, si le rezamos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: “¿No
hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche?” (Lc 18, 7).
“¡Clamar día y noche” a Dios! Nos sorprende esta imagen de
la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿Acaso Él no conoce
ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene “insistir” con Dios?
Y esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar un
aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a orar con insistencia, no
porque no sabe de qué cosa tenemos necesidad, o porque no nos escucha. Al
contrario, Él escucha siempre y conoce todo de nosotros, con amor. En nuestro
camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal,
fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado;
nosotros luchamos junto a Él, y nuestra arma es precisamente la oración, que
nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su
ayuda. Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y
resistencia – como Moisés, que debía tener los brazos alzados para hacer vencer
a su pueblo (Cfr. Es 17, 8-13). Y así hay una lucha que llevar adelante cada día;
pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la
expresión de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero al final se
pregunta: “Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?”
(Lc 18, 8). Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la vida.
Aprendamos, por tanto, de la viuda del Evangelio a rezar
siempre, sin cansarnos. ¡Era buena esta viuda, sabía luchar por sus hijos y
pienso en tantas mujeres que luchan por su propia familia, que rezan, que no se
cansan jamás! Un recuerdo hoy, de todos nosotros, a estas mujeres que con su
actitud nos dan un verdadero testimonio de fe, de coraje, de modelos de
oración. ¡Un recuerdo a ellas! Rezar siempre, ¡pero no para convencer al Señor
a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros de qué cosa tenemos
necesidad! Más bien la oración perseverante es expresión de la fe en un Dios
que nos llama a combatir con Él, cada día, cada momento, para vencer el mal con
el bien. (Escuchar audio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario