Mons. Reinaldo Nann

sábado, 6 de julio de 2013

Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá, será beatificado



5 de julio, 2013 (romereports.com) Álvaro del Portillo fue el más estrecho colaborador de San Josemaría Escrivá y su primer sucesor al frente del Opus Dei.

En 1935 conoció a Josemaría Escrivá en Madrid cuando estudiaba Ingeniería. Poco después se incorporó al Opus Dei. No eran tiempos fáciles para los católicos en España. Él fue herido en la cabeza cuando daba clases de catecismo en una barriada pobre de Madrid.


En 1944 se ordenó sacerdote y en 1946 San Josemaría le encargó viajar a Roma para preparar la aprobación vaticana del Opus Dei. Desde entonces la Ciudad Eterna se convirtió en su casa.

En Roma conoció a varios papas y trabajó intensamente en la Curia vaticana y en los trabajos del Concilio Vaticano II.

Su fidelidad a la Iglesia le llevó a secundar lo que le pedía el papa Pablo VI primero y Juan Pablo II después, con quienes mantuvo una verdadera amistad ya antes de ser elegidos papas.

Álvaro del Portillo
(Sídney, Australia, 1989)
“Antes de salir de Roma hace 8 ó 10 días le dijimos al Papa que salíamos de viaje y que íbamos a estar aquí en Australia y que después íbamos a estar en otros sitios. El Papa dijo que era un viaje al que daba mucha importancia y que a todas las personas que viese yo les diese yo de parte del Papa, su bendición y con la bendición del Papa tres cosas añadió, su recuerdo, su afecto y su oración”.

Impulsó el apostolado del Opus Dei en 20 nuevos países. Centró sus esfuerzos en divulgar la llamada universal a la santidad. Promovió una catequesis mundial sobre la bondad y la santidad de la familia.

Lanzó iniciativas sociales en África y América, decenas de centros educativos y de capacitación profesional y centros sanitarios como el hospital Monkole de Kinshasa, en el Congo o el Campus Biomédico en Roma. Pero sobre todo alentaba a las personas que encontraba a tratar a Cristo y a hablar de Dios con el ejemplo.

Álvaro del Portillo
(Houston, EE.UU, 1989)
“Que te vean hijo mío con esa sonrisa que tienes ahora, que te vean alegre, que te vean contento y la gente que te rodea católicos y no católicos empezarán a decir ¿por qué esta siempre tan contento? Y el secreto lo sabemos tú y yo, el secreto es que procuras ser amigo de Dios”.

Otra de sus pasiones era la preocupación por la formación de los sacerdotes. En 1985 fundó en Roma un centro educativo que se convertiría más adelante en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, donde se forman miles de sacerdotes de todo el mundo.

El 23 de marzo de 1994, pocas horas después de su fallecimiento, Juan Pablo II acudió a rezar ante el cuerpo de su amigo al que calificó como “un hombre bueno y fiel”.

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