Mons. Reinaldo Nann

sábado, 29 de junio de 2013

Mensaje por el Día del Pescador 2013

“Este mundo del mar, en su continua peregrinación de personas, hoy debe tener en cuenta los efectos complejos de la globalización y, por desgracia, también tiene que afrontar situaciones de injusticia, especialmente cuando los equipajes están sujetos a restricciones para bajar a tierra, cuando son abandonados junto con las embarcaciones en las que trabajan, y cuando caen bajo la amenaza de la piratería marítima o sufren los daños de la pesca ilegal. La vulnerabilidad de los marítimos, pescadores y navegantes, debe hacer aún más atenta la solicitud de la Iglesia y estimular el cuidado materno que, a través de vosotros, manifiesta a todos los que encontráis en los puertos o en las naves, o asistís a bordo en los largos meses de embarque”.

Estas palabras fueron dirigidas por el Papa Emérito Benedicto XVI a los participantes en el XXIII Congreso Mundial del A.M., celebrado en la Ciudad del Vaticano, del 19 ‐ 23 de noviembre de 2012. De hecho, durante más de 90 años, la Iglesia Católica, a través de la Obra del Apostolado del Mar, con su red de capellanes y voluntarios presentes en más de 260 puertos del mundo, ha demostrado su cuidado materno proporcionando bienestar espiritual y material a los marinos, pescadores y a sus familias.



"Stella Maris" es, desde hace mucho tiempo, el título preferido con el que la gente del mar se dirige a la Virgen María, en cuya protección siempre ha confiado. Jesucristo, su Hijo, acompañaba a sus discípulos en los viajes en barca (cf. Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-41 Lc 8, 22-25), les ayudaba en sus afanes y les calmaba las tempestades (cf. Mt 14, 22-33; Mc 6, 47-52; Jn 6, 16-21). Así también la Iglesia acompaña a los hombres del mar, preocupándose de las peculiares necesidades espirituales de esas personas que, por motivos de diversa índole, viven y trabajan en el ambiente marítimo.1 El Apostolado del Mar, como el racimo que está unido a la vid, participa de la misión de Jesús la cual es de llevar a todos la Buena Noticia que “Dios es amor” y que Dios ama a cada persona.2

1 Carta Apostólica motu proprio “Stella maris” sobre el Apostolado Marítimo, Beato Juan Pablo II, 1997.
2 Manual para Capellanes y Agentes Pastorales del Apostolado del Mar Ciudad del Vaticano, 2007.

Nuestro Perú ha sido bendecido con una gran riqueza,  el mar peruano, presenta características singulares que determinan la existencia de una importante biomasa de zooplancton y fitoplancton, más de 600 especies de peces, una gran variedad y cantidad de mamíferos marinos, moluscos y crustáceos, así como petróleo, gas natural y diversos recursos minerales y energéticos, la confluencia de las Corrientes Tropical, Humboldt y Antártica, hacen de nuestro mar único en el mundo. Es en este medio donde cada día salen a la mar cientos de pescadores a lo largo de nuestra Costa y en los diversos ríos y lagos de la Sierra y Selva, en la industria pesquera, que aún sigue siendo una profesión con mucho riesgo, a esto se suma en nuestro país la pesca ilegal y no reglamentada, así como los vacíos legales que no tienen en cuenta las necesidades esenciales de las comunidades pesqueras, las cuales, en muchas regiones del país, se encuentran en condiciones de emergencia en cuanto a salud, educación, infraestructura, etc.

En este día que la Iglesia recuerda a los Apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia, deseamos resaltar la figura central de Pedro pescador, patrono de los pescadores en numerosas localidades pesqueras en nuestro país y en el mundo. No debemos olvidar que la Iglesia comenzó a constituirse cuando algunos pescadores de Galilea encontraron a Jesús y se dejaron conquistar por su mirada, su voz y su invitación: “Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres”  (cf. Mc. 1,17; Mt. 4,19). Por eso no debemos descuidar esta apostolado marítimo en nuestro país y animamos a que se fortalezca donde ya se realiza y que se inicie donde sea necesario: “Otra prioridad del A.M. es la de ayudar a integrar la dimensión marítima en el interés pastoral cotidiano de las diócesis, especialmente de aquellas costeras, de las parroquias del puerto y de las comunidades católicas, para que no vuelvan la espalda a la mar y a sus gentes” (Manual para Capellanes y Agentes Pastorales del Apostolado del Mar).

Desde la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Peruana deseamos reconocer el trabajo de miles de hombres y mujeres relacionados al mundo del mar: marinos, pescadores, trabajadores de la industria marítima y a sus familias por la gran contribución que realizan al desarrollo de nuestro país.

Les imparto la bendición de Dios Padre, y los confiamos al cuidado maternal de María, la Estrella del Mar, que ilumine y acompañe su diaria labor.


Mons. Daniel Thomas Turley Murphy OSA
Obispo de Chulucanas
Responsable
Pastoral de Movilidad Humana
Conferencia Episcopal Peruana

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