Este 7 de junio, con ocasión de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Congregación del Clero alienta a toda la Iglesia a celebrar la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, de manera que en todas las comunidades eclesiales se promueva la oración por sus pastores y se reavive la conciencia sobre la santidad de nuestro ministerio que es un don que brota del Corazón de Dios.
La Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, que en el Perú es animada por la Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios. En tal sentido, se ofrece algunos subsidios y propuestas pastorales que sirvan para celebrar junto con nuestras comunidades esta Jornada. Asimismo está a disposición de los sacerdotes la carta que con ocasión de esta especial convocatoria dirige el Cardenal Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación del Clero.
“Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré descansar” (Ez 34, 15), es el lema para esta jornada en donde los fieles se unirán para elevar sus plegarias al Señor y pedir por la santificación de nuestros pastores y sacerdotes, en su ardua tarea evangelizadora.
Más información, pueden dirigirse a Jirón Estados Unidos 838 – Jesús María. Teléfono: 463-1010 anexo 259.
En su Homilía de la Misa Crismal, el 28 de marzo, el Papa Francisco dijo a los sacerdotes: “Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido. Amén”.
En su Homilía de la Misa Crismal, el 28 de marzo, el Papa Francisco dijo a los sacerdotes: “Queridos sacerdotes, que Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor, sienta que estamos revestidos con sus nombres, que no buscamos otra identidad; y pueda recibir a través de nuestras palabras y obras ese óleo de alegría que les vino a traer Jesús, el Ungido. Amén”.
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