Mons. Reinaldo Nann

domingo, 10 de marzo de 2013

La libertad


Hoy, el hijo se marcha "a un país lejano". Los Padres han visto aquí sobre todo el alejamiento interior del mundo de Dios, la magnitud de la separación de lo que es propio y de lo que es auténtico. El hijo derrocha su herencia. Sólo quiere disfrutar. No desea someterse ya a ningún precepto, a ninguna autoridad: busca la libertad radical; quiere vivir sólo para sí mismo, sin ninguna exigencia. Disfruta de la vida; se siente totalmente autónomo.

La palabra griega usada en la parábola para designar la herencia derrochada significa en el lenguaje de los filósofos griegos "sustancia", naturaleza. El hijo perdido desperdicia su "naturaleza", se desperdicia a sí mismo. Al final ha gastado todo. El hombre que entiende la libertad como puro arbitrio vive en la mentira, pues por su propia naturaleza forma parte de una reciprocidad, su libertad es una libertad que debe compartir con los otros.

—Una falsa autonomía conduce a la esclavitud: el que era "totalmente" libre se convierte en un esclavo miserable.

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