Mons. Reinaldo Nann

sábado, 9 de febrero de 2013

¿Qué es la cuaresma? (IV)



La liturgia cuaresmal en nuestros días: su estructura y su significado

La Cuaresma romana comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la misa vespertina in Coena Domini. Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:

1) El Miércoles de ceniza,
2) Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el domingo de Ramos de la Pasión del Señor,
3) La Misa Crismal y
4) Las ferias de Cuaresma.

Nos ocuparemos brevemente de cada uno de ellos.


1) El Miércoles de ceniza
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso. Marca el comienzo de la Cuaresma. Su conversión en caput quadragessimae, ha exigido revisar las lecturas y los textos eucológicos de la misa y del oficio divino.

La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.

El simbolismo de la ceniza es el siguiente:

a) condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) situación pecadora del hombre;
c) oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo, y
e) Pascual, al complementarse con el agua purificadora de la vigilia de Resurrección. En suma: es un día penitencial obligatorio para toda la Iglesia y está marcado por el ayuno y la abstinencia.

2) Los domingos I y II de Cuaresma
Siguen la orientación de la época de San León: celebrar la «cuarentena» del Señor y su transfiguración. Este tema aparece en los dos domingos. El primer domingo tiene una importancia especial, por ser «el venerable sacramento de la observancia cuaresmal anual»; en el segundo, la presentación de Moisés y Elías.

3) Los domingos III, IV y V de Cuaresma
Estos domingos fueron tradicionalmente los días en que se celebraban los tres escrutinios; por eso se leían en la misa las lecturas del diálogos de Jesús con la samaritana, de la curación del ciego de nacimiento y la resurrección de Lázaro, evangelios en donde el Bautismo aparece como el sacramento del agua, de iluminación y de la vida nueva.

En consecuencia el domingo II es el «domingo del agua»; el domingo IV, «el domingo de la luz»; el domingo V, «el domingo de la vida nueva». Estamos frente a unos «domingos sacramentales», porque comportan, tanto para los catecúmenos como para los fieles, un encuentro personal con Cristo, como sucedió con la samaritana, al ciego de nacimiento y a Lázaro resucitado.

Las lecturas veterotestamentarias, forman una unidad catequética, presentando las cinco grandes etapas de la historia de la salvación, desde los orígenes, hasta el umbral del Nuevo Testamento.

4) Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Desde el siglo V, el domingo último de Cuaresma encontró en Roma su forma definitiva como domingo de la Pasión, y seguirá así hasta el siglo X. Se aparta de esta manera de los otros ritos que tenían como núcleo central la entrada triunfal de Cristo en la Ciudad Santa, como ocurría en Jerusalén. Con este domingo da inicio la Semana Santa, en la cual la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.

El misal de San Pío V, presentaba esta liturgia en cinco partes: a) bendición de los ramos, dentro de una extensísima celebración, estructurada como misa; b) distribución de los ramos, mientras se cantaban dos antífonas; c) procesión: el recorrido partía de la iglesia y se regresaba a ella; d) rito ante las puertas de la iglesia, que permanecían cerradas, con cantos desde dentro y fuera de la iglesia, una vez abiertas entraba la procesión, y e) la celebración de la misa romana de Pasión.

Pío XII, revisó y modificó estos ritos, agrupándolos en dos partes: la procesión solemne en honor a Cristo Rey y la misa de Pasión simplificó la bendición de los ramos, modificó su distribución y suprimió la ceremonia ante las puertas de la Iglesia.

En la situación actual, la liturgia de este domingo, llamado Dominica in Palmis de Passione Domini, la procesión y la misa ya no son dos partes independientes sino elementos de un todo. Se ha logrado integrar las dos tradiciones, la romana y la jerosolimitana, logrando que el Domingo de Ramos se presente como presagio del triunfo real de Cristo y anuncio de su Pasión, aspectos que se han de poner en evidencia tanto en la celebración como en la catequesis del día. “La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su muerte y de su Resurrección. Con su celebración, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 560).

5) La misa crismal
Según una antigua tradición, el Jueves Santo por la mañana se celebra la misa crismal, en la que el obispo de la diócesis, que concelebra con su presbiterio, consagra el santo crisma y bendice el óleo de los catecúmenos y la unción de los enfermos.
La concelebración de la misa crismal manifiesta la comunión entre el sacerdocio y el ministerio que existe entre el obispo y los presbíteros. El rico significado teológico y pastoral de esta celebración en la vida de la diócesis reclama que sea única, que tenga lugar en la catedral y que participe el mayor número de fieles.

La nueva revisión de la “Institutio Generalis Missalis Romani”, aprobada por Juan Pablo II el Jueves Santo del 2000, indica que es competencia de la Conferencia Episcopal, preparar el calendario litúrgico de la Nación, indicando que no se propongan cambios “nisi revera sint maximi momenti” (n. 394).

6) Las ferias de Cuaresma
La Celebración de la Cuaresma recae fundamentalmente en los domingos, y tienen preferencia sobre las solemnidades. Sin embargo su celebración se complementa con las ferias, que prevalecen sobre las memorias obligatorias.
La catequesis durante esos días consiste en:

a) la conversión del corazón y el culto que desde el interior, es debido a Dios;
b) el perdón fraterno, como requisito indispensable para obtener el perdón de Dios, y
c) la renovación personal de la vida y la entrega amorosa a los demás, como frutos del Misterio Pascual.

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