Mons. Reinaldo Nann

domingo, 17 de febrero de 2013

La tentación del mesianismo temporal



Hoy, el diablo conduce al Señor en una visión a un monte alto. Le muestra todos los reinos de la tierra y su esplendor, y le ofrece dominar sobre el mundo. ¿No es justamente ésta la misión del Mesías?

Más tarde, el Señor resucitado reunirá a los suyos en el monte y dirá: "Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra" (Mt 28,18). Sólo quien tiene todo este poder posee el auténtico poder, el poder salvador. Sin el cielo, el poder terreno queda siempre ambiguo y frágil. Sólo el poder que se pone bajo el criterio y el juicio del cielo, es decir, de Dios, puede ser un poder para el bien.

—A ello se añade otro aspecto: Jesús tiene este poder en cuanto resucitado, es decir: este poder presupone la cruz, presupone su muerte. Presupone el otro monte, el Gólgota, donde murió clavado en la cruz. El reino de Cristo es distinto de los reinos de la tierra y de sus esplendores…

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