Mons. Reinaldo Nann

domingo, 10 de febrero de 2013

La llamada divina



Hoy, la liturgia nos presenta el tema de la llamada divina. Invitados por Jesús a echar las redes, a pesar de una noche infructuosa, Simón Pedro y los demás discípulos, fiándose de su palabra, obtienen una pesca sobreabundante. Ante tal prodigio, Simón Pedro no se echa al cuello de Jesús para expresar la alegría de aquella pesca inesperada, sino que se arroja a sus pies.

Jesús, entonces, le asegura: "No temas. Desde ahora serás pescador de hombres" (cf. Lc 5,10); y él, dejándolo todo, lo sigue. Vemos cómo el encuentro auténtico con Dios lleva al hombre a reconocer su pobreza e insuficiencia, sus limitaciones y su pecado. Pero, a pesar de esta fragilidad, el Señor, rico en misericordia y en perdón, transforma la vida del hombre y lo llama a seguirlo.

—Dios no mira lo que es importante para el hombre (las apariencias); el Señor mira el corazón, y a los hombres pobres y débiles, pero con fe en Él, los vuelve apóstoles y heraldos intrépidos de la salvación.

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