Mons. Reinaldo Nann

martes, 1 de enero de 2013

Santa María, Madre de Dios ("Theotókos")



Hoy, cuando el embarazo de María llega a su fin, el tiempo de las promesas se ha cumplido. La venida del Mesías, anunciada por los profetas, es el acontecimiento cualitativamente más importante de toda la historia, a la que confiere su sentido último y pleno. Él no ha llenado el tiempo entrando desde las alturas, sino "desde dentro". ¡Así es el "estilo de Dios"!

La maternidad de María es verdadera y plenamente humana. En la frase "Dios envió a su Hijo, nacido de mujer" (Gal 4,4) se condensa la verdad fundamental sobre Jesús como Persona divina que asumió plenamente nuestra naturaleza humana. Él es el Hijo de Dios y, al mismo tiempo, es hijo de una mujer: María. Viene de Ella. Es de Dios y de María. Por eso la Madre de Jesús se puede y se debe llamar Madre de Dios "Theotókos" (Concilio de Éfeso, año 431).

—Cada vez que rezamos el "Ave María" nos dirigimos a la Virgen con este título, suplicándole que ruegue "por nosotros, pecadores".

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