Mons. Reinaldo Nann

martes, 8 de enero de 2013

El misterio de la Eucaristía prolonga el misterio de la Encarnación



Hoy, inmersos todavía en el tiempo de Navidad, la liturgia nos presenta —de un modo "anticipado"— el relato de la primera multiplicación de panes y peces. Jesús es el "Dios con nosotros" ("Emmanuel"); lo es porque ha venido a nosotros y permanece con nosotros, por medio del Pan eucarístico: el misterio de la Eucaristía es una "prolongación" del misterio de la Encarnación.

El pesebre es donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo, ahora yace en él quien se ha indicado a sí mismo como el verdadero "pan bajado del cielo", como el auténtico alimento que el hombre necesita para ser persona humana. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna.

—El pesebre se convierte de este modo en una referencia a la mesa de Dios, a la que el hombre está invitado para recibir el Pan de Dios. ¡En la pobreza del nacimiento de Jesús se perfila la gran realidad en la que se cumple de manera misteriosa la redención de los hombres!

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