Mons. Reinaldo Nann

viernes, 9 de noviembre de 2012

El universo una complejidad ordenada



08-11-2012 L’Osservatore Romano

El universo «no es el caos o el resultado del caos, sino más bien parece cada vez más claramente como complejidad ordenada» que «tiene origen en la Palabra creadora de Dios». Lo ratificó el Papa hablando en la mañana del jueves 8 de noviembre a los participantes en la reunión plenaria de la Pontificia Academia de las Ciencias, a quienes recibió en audiencia en la sala Clementina.


Subrayando los resultados obtenidos por las ciencias para «una comprensión más profunda del orden natural», Benedicto XVI invitó a profundizar la investigación «de una visión integral de este universo en el que los seres humanos, dotados de inteligencia y libertad, están llamados a comprender, amar, vivir y trabajar». En este sentido, los progresos científicos han permitido acercarse «a los fundamentos mismos de la realidad material», aun «sin conseguir comprender del todo –reconoció el Papa– su estructura unificadora y su realidad última».

Permanece esencial, en cada caso, mantener una «orientación interdisciplinar de la complejidad» con el fin de estudiar y comprender la naturaleza «cual realidad unificada, inteligible y armoniosa». Un enfoque –reveló el Pontífice– que tiene muchos puntos de contacto con la visión del universo propuesta por la filosofía cristiana y la teología. En este marco, la investigación científica, aun reconociéndose incapaz de decir una palabra definitiva sobre los «primeros instantes del cosmos y de la vida», es alentada «a llevar a la mente humana a descubrir la coparticipación horizontal entre los seres y la participación trascendente por parte del Ser Primero».

Por lo demás, «precisamente gracias a la noción de creación, el pensamiento cristiano ha utilizado la analogía no sólo para investigar las realidades terrenas, sino también como medio para elevarse del orden creado a la contemplación de su Creador». De aquí la convicción de Benedicto XVI «de la urgente necesidad del diálogo constante y la cooperación entre los mundos de la ciencia y de la fe para la construcción de una cultura de respeto del hombre, de su dignidad y su libertad, para el futuro de nuestra familia humana y para el desarrollo sostenible a largo plazo de nuestro planeta». Sin esta colaboración –ha exhortado el Papa– «las grandes cuestiones de la humanidad dejan el ámbito de la razón y de la verdad, y son abandonadas a lo irracional, al mito, a la indiferencia, para gran detrimento de la humanidad misma, de la paz en el mundo y de nuestro destino último».

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