Mons. Reinaldo Nann

domingo, 7 de octubre de 2012

San Juan de Ávila: gran predicador, patrón de sacerdotes españoles y doctor de la Iglesia




Formador de sacerdotes: el espíritu de Trento

San Juan de Ávila colaboró en la aplicación del Concilio de Trento en España; al escucharle predicar, San Juan de Dios se convirtió al catolicismo; y es el patrón de los sacerdotes españoles.



Nació en Ciudad Real, España, en el año 1500. Renunció a la herencia de sus padres y a los 26 años fue ordenado sacerdote. Quiso trabajar en la evangelización de América pero el arzobispo de Sevilla le pidió que se quedara en el país. Allí comenzó a destacar porque era un gran predicador. Aunque por esto sufrió falsas acusaciones.

“Como era un hombre que convertía a la gente, las conversiones producen a veces la ruina de algún negocio. Le acusaron falsamente a la Inquisición, estuvo procesado prácticamente dos años. Sobre todo, un año en la cárcel, con peligro de que le condenaran a muerte”, explica Juan Esqueda Bifet, catedrático emérito de la Pontificia Universidad Urbaniana, que forma parte de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Se le recuerda como un buen director espiritual de gente de toda clase y condición. Muchos sacerdotes se reunían con él para mejorar su formación y pedirle consejo. También influyó en la vida de muchos santos de su época: "Tuvo relación con San Ignacio de Loyola. Por ejemplo, con San Juan de Ribera, que era su discípulo, o bien con Santa Teresa. Ella le envió su biografía. Nadie quería aprobarla y San Juan de Ávila la aprobó diciendo que era de Dios todo aquello que sentía”.

En España impulsó colegios y universidades. Vivió la apertura del Concilio de Trento en 1545 y dedicó muchos años a trabajar en la aplicación del Concilio: "Se dedicó mucho a formar sacerdotes, que es lo que pidió el Concilio de Trento, que hubiera seminarios. Él fundó algunos seminarios como el de Córdoba y la Universidad de Valencia que también era además de para laicos para clérigos”, añade Esqueda.

San Juan de Ávila murió en Córdoba en 1569, tras diez años de enfermedad que dedicó a seguir enseñando por medio de cartas. Más tarde, sus escritos influyeron en San Francisco de Sales, el Santo Cura de Ars o San Alfonso María de Ligorio. Pío XII reconoció todo su trabajó nombrándolo en 1946 patrón de los sacerdotes españoles.

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