Mons. Reinaldo Nann

domingo, 10 de junio de 2012

La Misa del Domingo ("Sine dominico non possumus")



Hoy, debemos redescubrir la alegría del "Domingo cristiano", el privilegio de participar en la Eucaristía, que es el sacramento del mundo renovado. La resurrección de Cristo tuvo lugar el primer día de la semana, que en la Escritura es el día de la creación del mundo. Precisamente por eso, la primitiva comunidad cristiana consideraba el domingo como el día en que, con la victoria de Cristo sobre la muerte, había iniciado la nueva creación.

Sobre la experiencia de los mártires de Abitina (s. IV) debemos reflexionar también nosotros, cristianos del siglo XXI: 49 cristianos fueron sorprendidos un domingo mientras celebraban la Eucaristía desafiando así las prohibiciones imperiales. Fue significativa la respuesta que un cierto Emérito dio al procónsul: "Sine dominico non possumus"; es decir, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir.

—Necesitamos este "Pan" para afrontar la fatiga y el cansancio del viaje. El Domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerzas de Él, que es el Señor de la vida.

Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del Vaticano, Vaticano).

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