Mons. Reinaldo Nann

miércoles, 2 de mayo de 2012

Quien ve al Hijo ve al Padre



Hoy leemos en el Evangelio que, creer en Jesús y verle, es creer y ver al Padre. Si el texto dijera solamente: “el que cree en mí, no cree en mí”, sería contradictorio. Si dijera: “el que cree en mí, cree en aquel que me ha enviado”, remitiría a la vez a Jesús y al Padre que le envía, y sería muy claro.

¿Por qué, pues, Jesús intercala una afirmación negativa (“no cree en mí”) que, de entrada, dificulta la comprensión de lo que transmite? La respuesta es: porque Jesús, si bien no es diferente del Padre, sí que es "distinto" del Padre: nos hallamos ante una de las expresiones del misterio trinitario. Así pues, Jesús, a la vez, no es el Padre (es el Hijo); es lo mismo que el Padre (es Dios) y es criatura como nosotros (es hombre).

—Señor, dame una fe profunda y una empatía totalmente amorosa para amarte como Hombre perfecto, como el santo de Dios.

Comentario: Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España).

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