Mons. Reinaldo Nann

sábado, 19 de mayo de 2012

La filiación divina



Hoy, en vigilias de la Ascensión del Señor, el Evangelio nos deja unas palabras de despedida entrañables. Jesús nos hace participar de su misterio más preciado: Dios Padre es su origen y es, a la vez, su destino. “Aquel” a quien los judíos denominan Dios es el que nos ha enviado a Jesús; es, por tanto, el Padre de los creyentes.

Y esta filiación divina de Jesús nos recuerda otro aspecto fundamental para nuestra vida: los bautizados somos hijos de Dios en Cristo por el Espíritu Santo. Esto contiene un misterio bellísimo para nosotros: esta paternidad divina adoptiva de Dios hacia cada hombre se distingue de la adopción humana en que tiene un fundamento real en cada uno de nosotros, ya que supone un nuevo nacimiento. Por tanto, quien ha quedado introducido en la gran Familia divina ya no es un extraño.

—Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria.

Comentario: Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano (Cervera, Lleida, España).

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