Mons. Reinaldo Nann

martes, 22 de mayo de 2012

Dios Hijo, enviado por el Padre



Hoy podemos asomarnos al corazón de Cristo y, asombrados, contemplamos la inmensidad del panorama que se nos descubre con ocasión de este coloquio con su Padre. Un panorama infinito y eterno, pues su íntima unidad se remonta hasta… "mucho antes" de la creación del mundo. Y es que Cristo es el mismísimo Hijo eterno del Padre.

Del Padre que lo engendra espiritualmente, procede eternamente como Hijo engendrado. Y del Padre procede también en el tiempo, porque ha sido enviado al mundo con la misión de "tomarnos" del mundo. Esta misión es como una continuación en el tiempo de su procedencia filial del Padre.

—Padre Santo, gracias a tu amor, la filiación de tu Hijo se ha "prolongado" en su encarnación salvadora. Quiero ser tu hijo en tu Hijo. Ayúdame a serlo, por la asistencia del Espíritu Santo, Vuestro Divino Amor, que ha sido derramado en nuestros corazones.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

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