Mons. Reinaldo Nann

miércoles, 4 de abril de 2012

Cristianos y Budistas: Crecer en el diálogo a través de la Educación



Ciudad del Vaticano, 3 de abril de 2012 (VIS).- El cardenal Jean-Louis Tauran y el arzobispo Pier Luigi Celata, respectivamente presidente y secretario del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso firman el mensaje que, con motivo de la festividad de Vesakh, ese dicasterio se dirige anualmente a los seguidores del budismo.

Vesakh es la principal festividad budista que recuerda los tres momentos fundamentales de la vida de Gautama Buda. Según la tradición, el Buda histórico nació, obtuvo la iluminación y desapareció alcanzando el Nirvana durante la luna llena del mes de mayo. Es, por lo tanto, una festividad móvil que este año cae entre el 5 y el 6 de dicho mes, aunque en China se celebre el octavo día del cuarto mes del calendario chino (28 de abril). En estos días los seguidores del budismo decoran sus hogares con flores y los perfuman con incienso, visitan los templos locales, escuchan las enseñanzas de los monjes y les ofrecen dones.

El mensaje de este año se titula “Cristianos y budistas: compartir la responsabilidad de educar a las nuevas generaciones en la justicia y la paz a través del diálogo interreligioso”. Ofrecemos amplios extractos del texto:


“Hoy en día, cada vez en más aulas de todo el mundo, estudiantes que pertenecen a distintas religiones y creencias se sientan juntos, aprendiendo unos con otros y unos de otros. Esta diversidad plantea retos y suscita una reflexión más profunda acerca de la necesidad de educar a los jóvenes a respetar y comprender las creencias y prácticas religiosas de los demás, de crecer en el conocimiento de las suyas, de avanzar juntos como seres humanos responsables y de estar dispuestos a trabajar codo con codo con personas de otras religiones para solucionar conflictos y promover la amistad, la justicia, la paz y el desarrollo humano auténtico”.

“Con Su Santidad el Papa Benedicto XVI, reconocemos que la educación verdadera puede favorecer una apertura a la trascendencia y a los que nos rodean. Donde hay una educación real, hay una oportunidad para el diálogo, para la relación mutua y para la escucha receptiva del otro. En una atmósfera como ésta, los jóvenes sienten que son valorados por lo que son y por lo que son capaces de aportar; aprenden como crecer en el aprecio a sus hermanos y hermanas cuyas creencias y prácticas son diferentes de las suyas. Cuando esto sucede, lleva aparejada la alegría de ser personas solidarias y compasivas llamadas a construir una sociedad justa y fraternal dando así esperanza para el futuro”.

“Como budistas ustedes transmiten a los jóvenes la sabiduría necesaria para abstenerse de hacer daño a los demás y vivir vidas de generosidad y compasión; una práctica que debe ser reconocida y valorada como un don precioso para la sociedad. Éste es un modo muy concreto en el que la religión contribuye a educar a las nuevas generaciones, para que comparten la responsabilidad y colaboren con los demás.”

“De hecho, los jóvenes son un activo para todas las sociedades. A través de su autenticidad nos animan a encontrar respuestas a las preguntas más fundamentales sobre la vida y la muerte, la justicia y la paz, el significado del sufrimiento y las razones para la esperanza. De este modo nos ayudan a progresar en nuestra peregrinación hacia la Verdad. Por su dinamismo, como constructores del futuro, nos impulsan a derribar todos los muros que desgraciadamente aún nos separan. A través de sus preguntas alimentan el diálogo entre religiones y culturas”.

“Unamos nuestros corazones a los suyos y oremos para que juntos podamos guiar a los jóvenes, con nuestro ejemplo y nuestra enseñanza, para ser instrumentos de justicia y paz. Compartamos la responsabilidad común que tenemos hacia las generaciones presentes y futuras, instruyéndolas para que sean pacíficas y constructoras de paz”.

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