Mons. Reinaldo Nann

domingo, 11 de marzo de 2012

La violencia es contraria al Reino de Dios


11-03-2012 Radio Vaticana

(RV).- Este mediodía, desde la ventana de su estudio Privado el Sucesor de Pedro elevó el rezo del Ángelus ante los numerosos fieles y peregrinos que lo acompañaron escuchando sus reflexiones y participando desde la Plaza vaticana en la plegaria mariana dominical. En su alocución previa el Papa indicó la liturgia de este tercer domingo de Cuaresma en la que el evangelista Juan nos habla del pasaje en el que Jesús habiendo subido a Jerusalén encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas, y a todos los echó del templo. Entonces se acercaba la Pascua. Sobre una posible interpretación del gesto del Mesías, como signo de violencia el Papa ha explicado que en realidad, es imposible interpretar a Jesús como un violento porque la violencia es contraria al Reino de Dios e instrumento del anticristo, y recordó que "la violencia no sirve nunca a la humanidad, sino que la deshumaniza”. Jesús lo explica así “no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Jesús indicó: "Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar", pero él no se refería a la estructura material, el Hijo del Hombre se refería –y los discípulos lo comprendieron- al templo de su cuerpo, porque hablaba de la situación que viviría con su Pasión, muerte y resurrección.

Presentes en la Plaza de San Pedro numerosos fieles de madre lengua española, a los que Su Santidad Benedicto XVI saludó este III Domingo de Cuaresma. (Escuchar audio).

(Patricia L. Jáuregui Romero - RV) Edición Audio: Claudia Alberto

Texto saludos del Papa en español
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos de fieles provenientes de Murcia, Alicante y Sevilla. En este tercer domingo de Cuaresma, el Evangelio nos presenta a Jesús que sube a Jerusalén y, movido por el celo hacia las cosas de su Padre, expulsa a los mercaderes del Templo. Así mismo declara que él es el nuevo templo, morada definitiva de Dios entre los hombres. En Cristo, somos llamados a ofrecer un culto auténtico, vital, en Espíritu y Verdad, y a presentar nuestros cuerpos como templos del Dios vivo, sabiendo renunciar a las obras del mal. Encomendemos a la Santísima Virgen María estos propósitos. ¡Muchas gracias!

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