Mons. Reinaldo Nann

lunes, 5 de marzo de 2012

La misericordia de Dios no es una "gracia a bajo precio"


Hoy experimentamos la Cuaresma como tiempo privilegiado de la peregrinación interior hacia Aquél que es la fuente de la misericordia. Es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza, sosteniéndonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua. Pero, en verdad, ¿qué significa "misericordia divina"?

Ante la Cruz —dolorosa y amorosamente aceptada por Jesús— entendemos que la misericordia divina no es una especie de "perdón incondicional" (una tal "misericordia" habría sido una "gracia a bajo precio"). Dios no puede ignorar todo el mal de la historia, como si fuera algo irrelevante e insignificante. La injusticia no se puede ignorar sin más; se debe acabar con ella, vencerla. Sólo ésa es la verdadera misericordia. Dios asume todo esto en su pasión y, así, muestra la bondad divina "incondicional", una bondad que no puede estar en contradicción con la verdad y la correspondiente justicia.

—Debemos dejarnos sumergir en la misericordia del Señor; entonces también nuestro "corazón" encontrará el camino recto.

* Texto elaborado a partir de textos de Benedicto XVI (Master evangeli.net)

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