Mons. Reinaldo Nann

domingo, 26 de febrero de 2012

El cientificismo y la lógica de la ganancia dominan el campo de la infertilidad humana


25-02-2012 Radio Vaticana

(RV).- Benedicto XVI reafirmó que la infertilidad no es un mero problema “técnico” y que la dignidad de la procreación no consiste en un “producto” sino en su relación con el acto conyugal. Al dirigirse a los más de 200 participantes en la Asamblea de la Academia Pontificia para la Vida, el Santo Padre concentró su discurso en el tema de los trabajos de este año: “Diagnosis y terapia de la infertilidad”.

Frente al problema de la infertilidad de la pareja –explicó el Pontífice– es imperativo considerar con atención la dimensión moral, buscando un correcto diagnóstico y una terapia que corrija sus causas. Un acercamiento que no solo busca donar un hijo a la pareja sino restituir a los esposos su fertilidad y la dignidad de ser responsables colaboradores de Dios en la generación de un nuevo ser humano. De hecho, el Papa insistió en que la unión del hombre y de la mujer en esa comunidad de amor y de vida que es el matrimonio constituye el único ‘lugar’ digno para la llamada a la existencia de un nuevo ser humano, que es siempre un don.

“La dignidad humana y cristiana de la procreación, de hecho, no consiste en un 'producto' sino en su relación con el acto conyugal, expresión del amor de los cónyuges, de su unión no sólo biológica sino también espiritual. La Instrucción Donum vitae nos recuerda, al respecto, que “por su íntima estructura, el acto conyugal, mientras une con un profundísimo vínculo a los esposos, los hace aptos para la generación de nuevas vidas, según leyes escritas en el ser mismo del hombre y de la mujer”.


Por lo tanto –agregó el Santo Padre– las legítimas aspiraciones de procrear de una pareja que se encuentra en una condición de infertilidad deben encontrar, con la ayuda de la ciencia, una respuesta que respete plenamente su dignidad de personas y esposos. En este sentido, el Papa animó a los especialistas en este campo a continuar con humildad y precisión sus investigaciones que si bien para muchos de sus colegas están en “desuso frente a la fascinación de la tecnología de la fecundación artificial”, responden sobre todo a la “ganancia fácil o peor aún a la arrogancia de sustituirse al Creador”.

“Efectivamente, el cientificismo y la lógica de la ganancia parecieran hoy dominar el campo de la infertilidad y de la procreación humana, alcanzando a limitar también muchas otras áreas de la investigación. La Iglesia presta mucha atención al sufrimiento de las parejas con infertilidad, cuida de ellas, y justamente por ello, anima la investigación médica”.

Benedicto XVI reconoció que “la ciencia no siempre es capaz de responder a los deseos de tantas parejas, por ello les recordó a los esposos que viven la condición de infertilidad que esta no constituye un motivo de frustración en su vocación matrimonial.

“Los cónyuges por su vocación bautismal y matrimonial, están llamados a colaborar con Dios en la creación de una humanidad nueva. La vocación al amor, de hecho, es vocación a la donación de sí y esta es una posibilidad que ninguna condición orgánica puede impedir. Por lo tanto, donde la ciencia no encuentra una respuesta, la respuesta que dona la luz viene de Cristo”.

Una amplia parte del discurso del Papa a los participantes en la Asamblea de la Pontificia Academia para la Vida fue dedicada precisamente a aquellos que trabajan en el campo de la investigación medico científica donde a veces como dijo el pontífice la verdad resulta ofuscada. De allí la exhortación a no desdeñar el diálogo con la fe en su recorrido intelectual.

“La gente tiene confianza en ustedes que sirven a la vida, tiene confianza en su compromiso y apoyo a quienes necesitan consuelo y esperanza. No cedan nunca a la tentación de tratar el bien de las personas reduciéndolo a un mero problema técnico. La indiferencia de la conciencia frente a lo verdadero y el bien representa una peligrosa amenaza para un auténtico progreso científico”.

RV-ATD

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