Mons. Reinaldo Nann

sábado, 29 de octubre de 2011

El encuentro de Asís (I)


El encuentro de Asís constata que en el mundo las distintas religiones viven y trabajan juntas en armonía.

29-10-2011 Radio Vaticana

Viernes, 28 oct (RV).- Benedicto XVI agradeció la presencia de sus hermanos cristianos, de los representantes del pueblo judío y de las religiones del mundo en el encuentro de Asís de ayer. Esta mañana el Papa recibió a las delegaciones participantes en la Jornada de diálogo y oración y expresó de forma especial su gratitud a los representantes de los hombres de buena voluntad que aunque “no sigan tradición religiosa alguna están comprometidos con la búsqueda de la verdad”.

“Ellos –dijo el Papa han estado dispuestos a compartir con nosotros esta peregrinación como demostración de su deseo de trabajar juntos para construir un mundo mejor”.

“Reuniones de este tipo son necesariamente excepcionales y poco frecuentes, sin embargo, son la expresión viva del hecho de que todos los días, en nuestro mundo, personas de diferentes tradiciones religiosas viven y trabajan juntos en armonía. Sin duda es importante para la causa de la paz que tantos hombres y mujeres, inspirados en sus convicciones más profundas, se comprometan a trabajar por el bien de la familia humana”.

El Santo Padre manifestó también su convicción de que la reunión de ayer aportará nuevas ideas al propósito de contribuir al bien de la humanidad y reafirmará cuánto comparten los seres humanos.

“En cierto sentido, en este encuentro están representados los billones de hombres y mujeres del mundo que están activamente comprometidos con la promoción de la justicia y la paz. También es un signo de la amistad y fraternidad que ha florecido como fruto de los esfuerzos de muchos pioneros en este tipo de diálogo. Que esta amistad siga creciendo entre todos los seguidores de las religiones del mundo y con los hombres y mujeres de buena voluntad”.

Texto Completo del discurso del Papa.


Distinguidos invitados, Queridos amigos,

Les doy la bienvenida esta mañana en el Palacio Apostólico y les agradezco una vez más por su buena voluntad de formar parte en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la justicia y la paz en el mundo, celebrada ayer en Asís, veinticinco años después de aquél histórico primer encuentro.

En cierto sentido, este encuentro es representativo de los miles de millones de hombres y mujeres que en todo el mundo participan activamente en la promoción de la justicia y la paz. También es un signo de la amistad y fraternidad que ha florecido como fruto de los esfuerzos de tantos pioneros en este tipo de diálogo. Que esta amistad pueda seguir creciendo entre todos los seguidores de las religiones del mundo así como entre los hombres y mujeres de buena voluntad.

Agradezco a mis hermanos y hermanas cristianos por su fraterna presencia. También agradezco a los representantes del pueblo judío, particularmente cercanos a nosotros, y también a todos ustedes distinguidos representantes de las religiones del mundo.

Sé que muchos de ustedes han venido desde muy lejos emprendiendo un arduo viaje. También quiero expresar mi agradecimiento a los que representan a las personas de buena voluntad que no siguen una tradición religiosa pero que están comprometidos en la búsqueda de la verdad. Ellos han estado dispuestos a compartir esta peregrinación con nosotros como signo de su deseo de trabajar juntos parar la construcción de un mundo mejor.

Mirando atrás, podemos apreciar la intuición del Papa Juan Pablo II cuando convocó el primer encuentro en Asís, y la continua necesidad para hombres y mujeres de diferentes religiones de dar testimonio, juntos, de que el viaje del espíritu es siempre un viaje de paz.

Encuentros de este tipo son necesariamente excepcionales y poco frecuentes, y sin embrago, son una expresión viva del hecho de que todos los días, en todo el mundo, gente de diferentes tradiciones religiosas viven y trabajan junta y en armonía. Sin duda, es muy importante para alcanzar la paz que tantos hombres y mujeres, inspirados en sus convicciones más profundas estén comprometidos en trabajar por el bien de la familia humana.

Estoy seguro de que el encuentro de ayer nos ha dado la idea de cuán genuino es nuestro deseo de contribuir por el bien de los seres humanos y lo mucho que tenemos para compartir con los demás.

A medida que vamos por caminos separados, sacaremos fuerza de esta experiencia y, dondequiera que estemos, seguiremos renovando el camino que conduce a la verdad, la peregrinación que conduce a la paz. ¡Agradezco a todos ustedes de corazón!

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