4 de Septiembre 2005 (NoticiasTrujillo.com).
Monseñor Juan Carlos Vera Plasencia nació en el barrio de Chicago, Trujillo, hace 44 años. Su vocación nació por influencia de su párroco, el padre Federico Kramer. Hoy es el primer Obispo de América Latina nombrado por S.S. Benedicto XVI.
¿Qué significa ordenarse Obispo en la tierra donde nació?
Creo que el Señor me ha elegido para asumir más responsabilidades. Ahora no sólo dirigiré un seminario o una congregación, sino una Diócesis. Tenemos que ver por la salvación de las almas, por la presencia de la Iglesia en los pueblos. Además, deberé trabajar en la formación del clero y fomentar las vocaciones.
¿Cómo se siente después de este nombramiento?
Haber sido nombrado Obispo por el Papa Benedicto XVI es una felicidad muy grande que agradezco infinitamente. Además, se debe tomar como una bendición para Trujillo. Tengo que responder a este pedido con mucha generosidad.
¿Por qué cree que el Papa lo eligió Obispo?
Creo que es un acto de confianza que el Papa tiene para con América Latina, porque ha nombrado a un Obispo nativo como yo. Creo que también los otros nombramientos han sido de sacerdotes nativos. La tendencia del Santo Padre es a que tengamos nuestro propio clero.
¿Usted estudió en Trujillo?
Estudié primaria en el entonces Instituto Moderno (hoy colegio Javier Heraud). La secundaria la hice en el colegio Mariscal Luis José de Orbegoso. Desde el tercer año quise ingresar a la aviación, pues mi padre y mis tíos habían sido militares. Ya estaba todo listo, pero cuando conocí el seminario, ya no quise salir.
¿Qué mensaje tiene para la juventud?
Hay jóvenes que tienen la inquietud, saben que pueden dar una respuesta a Dios; sin embargo, tienen miedo. Yo les pediría que no tengan temor a responder. Los invitaría a que sigan el camino que yo elegí.
¿Existe disminución de la vocación sacerdotal en el país?
De haber vocaciones hay, pero así como se hace publicidad para las diferentes carreras, creo que también hay que plantear lo mismo para la vida religiosa. Creo que la Iglesia debe abrirse. Sin embargo, hay que tener en cuenta que debemos buscar a los niños en las escuelas y los jóvenes en los colegios, porque la vida sacerdotal no es una profesión, sino una vocación por el servicio, la entrega de un compromiso para siempre y todo eso implica consecuencias.
¿La crisis económica, la pobreza, la falta de transparencia de los gobernantes hace difícil manejar una Diócesis como la suya?
Indudablemente. Caravelí es muy pobre y hemos tratado de llevar un paralelismo entre la obra social y la presencia de la Iglesia. Sin embargo, no hay ayuda por parte del Gobierno Central ni del regional. Además, habría que entablar más diálogo para buscar el bien común de los más necesitados. Como Iglesia nos hemos esforzado en hacer lo mejor que se puede, pero no tenemos dinero como muchos piensan. Muchas veces tenemos que gestionar ayuda, pero en ocasiones no la recibimos, porque los donantes tienen desconfianza en que su ayuda no llegue, precisamente por la corrupción.
¿Hay aureola de corrupción?
Precisamente. En ese sentido se tiene que buscar un signo de esperanza, de transparencia, porque ante ese mal, debemos fomentar el bien y tenemos que rescatar los valores. Voy a seguir con la misión pastoral que Dios me ha encomendado y continuar con la obra social en bien de los más pobres.
Alguna vez pensó en ser un aviador, pero Dios le tenía fijada otra ruta para alcanzar el cielo. Hoy que S.S. Benedicto XVI lo ha nombrado Obispo, él se alista para tomar el timón de su propia nave.
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