miércoles, 4 de noviembre de 2015

La responsabilidad moral en la actividad económica

Hoy asumimos la llamada de Jesucristo a la prudencia ("sentarse primero a calcular"), situándola en el contexto de la actividad económica, cuyas crisis globales no son ajenas al "déficit" generalizado de prudencia («la codicia es uno de los principales peligros», afirmó San Juan Pablo II).

La esencia de la actividad-acción económica es algo muy simple: necesitamos asignar nuestros recursos (limitados) a finalidades alternativas (no podemos hacerlo todo). Este "ejercicio de asignación" lo realizamos todos, todos los días, en todas nuestras actividades (tiempo, estudios, la compra, etc.). Esta "racionalidad económica" es profundamente ética: donde hay elección de fines, allí hay responsabilidad moral (elegimos fines según la visión que tenemos acerca del hombre).

—La historia muestra que este proceso de asignación de recursos a finalidades alternativas suele ser "inconsistente", incoherente: empezamos "casas" que no podremos terminar, o, simplemente, intentamos cosas imposibles y/o inútiles. Y esto a nivel personal, familiar, empresarial e institucional. La llamada a la prudencia y a la sobriedad es una exigencia ética y de racionalidad económica.

Comentario: Rev. D. Antoni CAROL i Hostench (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España).

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